Compartir es una herramienta que nos acerca, que nos permite intercambiar nuestras experiencias, conocimientos, sentimientos y pensamientos, para aportar y apoyar a otras personas, pero también para aprender y crecer como seres humanos.
Cuando nos entregamos a compartir, bajamos las defensas que nos separan y que nos protegen de los demás por un momento, para abrir nuestro espacio interior y dejar que los mejores sentimientos nos impulsen a dar o a recibir, sin caretas, sin prejuicios, sin interés y sin miedo. Desde pequeños, en algunas familias, nos enseñan a compartir con nuestros hermanos y con los amigos, pero pocas veces nos dicen que compartir implica dar y también saber recibir; que la reciprocidad es importante para que pueda abrirse y cerrarse el círculo del intercambio con los demás.
Muchas veces el egoísmo y la ambición hacen que seamos víctimas de la manipulación de otros que se sienten superiores a nosotros por el hecho de aprovecharse de nuestra nobleza al compartir. Esto hace que algunas personas decidan dejar de hacerlo, para protegerse de la manipulación o de la traición de la que fueron víctimas en algún momento de sus vidas.