LA MUJER.
Mi humilde homenaje, a tan especial criatura,
en el día de LA MUJER
En la explosión lejana, dormida de los tiempos
El rey de los arcanos construyó el universo,
En el dombo celeste depositó los vientos
Y construyó los antros para el monstruo perverso.
Los mares, los soles, los planetas, las estrellas,
La tierra que contiene preciosos minerales
Todos los animales y las flores más bellas,
Alegría y carcajadas, lágrimas a raudales…
Coros de ángeles con rostros de arreboles,
Árboles gigantescos y caudalosos ríos,
Naciones y ciudades y el fuego en los crisoles
Y puso en los glaciares los corazones fríos…
Ensayó los mil códigos que encierran la hermosura,
Buscó en el universo, buscó en la realeza,
Una creación que fuera la más bella criatura,
Y no encontró el modelo perfecto de belleza…
El sol da fuego al alma, el aire la refresca,
Todos cumplen funciones y en todo se da inicio
Pero este Dios no encuentra un algo que le ofrezca
La plenitud de su alma, la entrega y el servicio.
El universo todo se ríe a carcajadas,
Y siente ya su angustia de nacer y existir,
Pero nadie en el mundo lleva en su piel marcadas
Las ansias de nobleza, de luchar y sufrir.
Todos los seres pueden moverse libremente,
Y admirar arreboles y contemplar la flor,
Pero no encuentra uno, tan grande realmente,
Que tenga en su mirada lo inmenso de su amor…
Entonces de rodillas le pide al Padre Santo
Que en toda su grandeza lo venga a socorrer,
Un algo me ha faltado, Hijo, no dudes tanto,
Levanta tu mirada y CREA A LA MUJER
Miríadas de luceros, explosión de centellas,
Soles en movimiento, es la expresión del SER,
Y emerge de la nada, presidida de estrellas
La hermosura más grande y la llama MUJER.
De rodillas, mi rostro contra el suelo inclinado,
Padre Santo mil gracias, yo creé lo mas bello,
La divina criatura, que por ti he creado,
La mujer es por eso, de Ti, Padre, un destello.
Y emprendió Dios el viaje a través de los mares,
Por buscar un espacio a la diosa más bella,
Visitó las violetas, la rosa y los panales
Fue al sol, los planetas, se posó en una estrella.
La colocó en un ramo de lindas siemprevivas,
Pero nadie le daba los raudales de amor,
Y miró Dios al hombre, miradas compasivas
Y la dejó dormida, entre su corazón.